Tras una jornada de extrema tensión y con graves incidentes en las calles que que repercutieron en plena sesión, al punto que casi se frena el debate, el Gobierno consiguió -con cambios importantes de último momento- aprobar en general en el Senado la Ley Bases. El rol de la vicepresidenta Victoria Villarruel fue clave para lograr desempatar la votación inicial de la iniciativa, que culminó con 36 votos a favor y 36 en contra.
“Mi voto es afirmativo”, anunció Villarruel, mientras el kirchnerismo la abucheaba por argumentar su voto, una facultad que no le correspondería.
Así, a seis meses de iniciar su mandato, el presidente Javier Milei quedó un paso más cerca de conseguir su primera ley. Sin embargo, el oficialismo no puede relajarse: ahora debe conseguir que el Senado vote en particular los artículos y todavía hay temas ríspidos, como las delegaciones de facultades, que corren riesgo de caerse.
Apenas concluida la votación, el Ejecutivo celebró el resultado. “Con grupos terroristas atacando el Congreso, debiendo desplegar las fuerzas de seguridad en defensa de la democracia (…) el de esta noche es un triunfo del pueblo argentino y el primer paso hacia la recuperación de nuestra grandeza, habiendo aprobado la reforma legislativa más ambiciosa de los últimos 40 años”, indicó un comunicado de la Oficina del Presidente. En rigor, para convertirse en ley el proyecto de Milei debe volver a ser tratado en la Cámara de Diputados, dado que se introdujeron cambios en la media sanción aprobada allí en abril.
Mientras en la mañana de este miércoles los senadores comenzaban a debatir, en la calle organizaciones políticas, sociales y sindicales ligadas a la izquierda y el peronismo se concentraban para expresar su rechazo a las medidas que impulsa el Gobierno. “La patria no se vende, se defiende”, fue la consigna más gritada. Después del mediodía estallaron los incidentes. Los numerosos agentes de seguridad desplegados en la zona intentaron desocupar la vía pública y se multiplicaron los choques con los manifestantes. Piedras de un lado, balas de goma y gases lacrimógenos del otro. La policía detuvo al menos a 18 personas y entre las decenas de heridos hubo incluso diputados opositores.
La negociación
La aprobación le costó cara al Gobierno. En amplia minoría en un cuerpo de 72 senadores, con solo siete bancas propias y otras seis de sus aliados del PRO —liderado por el ex presidente Mauricio Macri—, el oficialismo de La Libertad Avanza tuvo que declinar muchas de sus propuestas iniciales. Para alcanzar la mitad más uno de los votos, negoció hasta último momento, incluso durante la sesión, con los representantes de lo que Milei desprecia como “casta política”.
La ambición del presidente de privatizar más de 40 empresas estatales ya había sido podada en Diputados y el Senado redujo aún más la lista. Al inicio de la sesión en el Senado se anunció que Aerolíneas Argentinas, el Correo Argentino y el conglomerado de medios Radio y Televisión Argentina eran excluidas del proyecto y, así, apenas ocho empresas quedaban en condiciones de pasar, total o parcialmente, a manos privadas.
El Ejecutivo también debió declinar la reforma previsional que pretendía, entre otras cosas, eliminar la moratoria que les permite jubilarse a personas —principalmente mujeres— sin la cantidad de aportes salariales exigidos por ley. Además, tuvo que aceptar darles continuidad a las obras públicas avanzadas o con financiamiento internacional —Milei mantiene frenado todo gasto en trabajos de infraestructura—. El presidente tampoco podrá disolver los organismos públicos vinculados con la ciencia y la cultura.
Avanzada la sesión, cuando era evidente que los votos no le alcanzaban, el oficialismo hizo una nueva concesión y admitió acotar los sectores productivos en que se podrá aplicar el Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones (RIGI), que prevé beneficios impositivos, aduaneros y cambiarios para intentar seducir a capitales extranjeros.
La administración de Milei no tenía alternativa y debió ceder para lograr el voto favorable de la oposición dialoguista, los legisladores de la Unión Cívica Radical, el peronismo no kirchnerista y partidos provinciales que finalmente acompañaron al oficialismo. Un nuevo fracaso, después de largos meses de discusión y de que una primera versión de la ley se hundiera por completo en Diputados en febrero, hubiera sido un golpe difícil de superar./CLARÍN/