Es cruceño, con formación académica en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina).
Su contribución a la inscripción de las iglesias jesuíticas de Chiquitos como Patrimonio Mundial de la Humanidad destaca su compromiso con la preservación del patrimonio cultural boliviano. Entre sus obras más significativas en Santa Cruz de la Sierra se encuentran la intervención en la plaza 24 de Septiembre y la emblemática Manzana Uno.
Suárez también se desempeñó como presidente del Colegio de Arquitectos de Bolivia entre 1993 y 1995. En la actualidad, continúa su labor como docente en la UPSA, donde además es responsable de los talleres de arquitectura y de proyectos de grado y de extensión, formando a las nuevas generaciones de arquitectos con su vasta experiencia y visión innovadora.
El destacado arquitecto conversó con URBE sobre su trayectoria, desafíos y su visión del futuro de la arquitectura cruceña.
¿Cómo se sintió al recibir el Premio Bienal a la Trayectoria “Sergio Antelo”?
La Bienal Internacional de Arquitectura de Santa Cruz, BASC, instituyó el premio a la trayectoria “Sergio Antelo”, que se entrega a profesionales que hayan contribuido de manera trascendente con sus obras y su visión de ciudad. Hasta la fecha se han otorgado 6 premios. En 2020, los primeros homenajeados fueron los arquitectos Gustavo Medeiros Anaya, de Cochabamba y Marcelo Franco Bedoya, de Santa Cruz; el 2022 lo obtuvieron Carlos Villagómez Paredes y Mario Ribera Parada; el 2024 lo recibí junto a Rolando Aparicio Otero. Soy el quinto, y estar junto a los nombres ilustres antes mencionados, no hacen otra cosa que hacerme sentir agradecido por el reconocimiento que por este intermedio se da a nuestro oficio, a nuestro trabajo y pasión de vida, que muchas veces es anónimo e incomprendido, desapercibido, y no siempre valorado.
¿Cuáles considera que han sido sus mayores éxitos en su trayectoria o cuáles han sido las mayores satisfacciones que le ha brindado su profesión?
En obras y proyecto destaco el edificio corporativo “Mercantil León” (1998), la Facultad de Ingeniería de la UPSA (2018), la puesta en valor del conjunto religioso de San Francisco (1989) y la recuperación del Colegio Nacional Florida, reconocida el 2008 como la obra del año.
En urbanismo subrayo el primer estudio del Centro Histórico de Trinidad, Beni (1980); las ciudades intermedias de San Ignacio, Camiri y Roboré (1992); el Plan Director Ampliado de Santa Cruz de Sierra (1993); y en especial haber sido el responsable principal de diseño y supervisión de la Nueva Plaza Principal “24 de setiembre” y la Manzana 1 (2004).
Como investigador fundador de la revista AB arquitectura boliviana (1986-1989) y la publicación “Chiquitos, Historia de una Utopía” (junto a Dr. Alcides Parejas), el libro más vendido de 1992, que resume del dossier para que la UNESCO declare a Chiquitos “Patrimonio de la Humanidad” (1990).
En lo académico he sido docente de generaciones de arquitectos graduados en su tierra, desde la creación de la carrera de arquitectura de la UPSA en 1984 hasta la fecha; Docente Visitante y conferencista en el país y el exterior, además de dirigir sendos proyectos de extensión recuperando la dimensión de servicio que debe tener la arquitectura.
¿Cuáles han sido las mayores dificultades que sorteó en su carrera?
A nivel formativo ninguna, provengo de la educación pública de prestigio internacional, la histórica Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). En los años 70, el Comité de Obras Públicas de Santa Cruz a través de la Oficina Técnica del Plan Regulador ofrecía pasantías profesionales a los cruceños que estudiaban en el exterior, lo que nos permitió conocer y trabajar con arquitectos del medio. En los 80 el ejercicio profesional experimentó una fuerte contracción por la crisis política que vivía el país.
¿Cómo ha evolucionado la arquitectura en Santa Cruz de la Sierra en las últimas cinco décadas?, ¿cómo ve el nivel de los arquitectos cruceños en la actualidad?
La arquitectura refleja el pensamiento y las características sociales del período histórico en que se produce. Tiene la capacidad de transformar el espacio y tiempo del lugar por los saberes, decisión y deseo de sus habitantes, lo que implica concebir a la arquitectura como un hecho habitable, inclusivo y sostenible; o en su defecto reducida a un artículo de oferta de temporada, una moda.
Por tanto, el trazado de una especie de ruta predominante de la arquitectura cruceña de los últimos años, reconoce al postmodernismo que desde su fuente regional y moderna generó una arquitectura cargada de recursos historicistas y nuevas tecnologías que supuso el advenimiento del High Tech, el deconstructivismo, el minimalismo, el maximalismo y el neomoderno. Se reforzó este proceso con la globalización a través del acceso a la información y el flujo de capitales a través de las nuevas redes de comunicación (internet), otorgando un sello internacional a la arquitectura cruceña, de hecho, a lo largo de estos cincuenta años coexiste entre el sentido de identidad regional y los modelos de escuelas del exterior.
De modo que, por encima de su evolución cronológica y estilística, en su desarrollo identifica el dominio de dos grandes tendencias. Por un lado, la corriente que trabaja con el manejo apropiado de la sencillez, la modestia de materiales y recursos posibles, que crea la esperanza de poder desarrollarse en todos los contextos sociales y económicos. Y, por otro lado, una creciente arquitectura comercial y especulativa que actúa como mecanismo de ostentación o segregación.
En nuestro medio prevalece una muy buena arquitectura caracterizada por amplio sentido de libertad y diversidad, en su mayoría por encargo del sector privado y desde el ámbito estatal, se destacan los módulos educativos. Existe un talento que solo se ha explotado en los rubros comercial y corporativo.
¿Cuál es su percepción sobre el urbanismo de la ciudad en la actualidad?
Las dos primeras décadas del siglo XXI nos muestra un modelo urbano cruceño que ha pasado en de tener una visión de futuro con estrategias definidas a un modelo de ciudad mercantilista y desregulada. En torno a la construcción de la ciudad próspera, aparecen los negocios y enormes expectativas, que generan desde corrientes migratorias, desplazamiento de inversiones, hasta las fuertes presiones especulativas de sectores sociales, políticos y económicos que buscan beneficiarse de la nueva coyuntura urbana. En paralelo aparece su natural correlato, la ciudad segregada; por un lado, dispersa y excluida y por el otro lado los barrios cerrados que han dejado de proporcionar el 35% de áreas para equipamiento para la ciudad (la otra forma de seguir privatizando la ciudad). La ciudad de los extremos coexiste de la mano de la ciudad farándula o del espectáculo, que matiza la falsa noción de seguridad y felicidad de los guetos del lujo, la diferenciación y la miseria.
Estamos en un momento de cambio de ciclo, del auge a la crisis. Aún coexiste la coyuntura favorable para el sector inmobiliario coincidente con la visión pragmática municipal que, bajo las extraordinarias condiciones de bonanza económica, impuso el ideario de completar las obras inconclusas que no se hicieron en el siglo XX (pavimentos, viaductos). Detrás del exitoso del actual modelo, se ha ido estructurando un cuadro de situación extrema, los inminentes peligros por los desastres naturales (de baja y mediana intensidad) como el demostrado por los ingenieros sobre los riesgos de la costanera del río Piraí, que ponen en peligro a la población en su conjunto. Parte de la emergencia de baja intensidad se expresa en la apropiación informal del espacio público como ocurre en las calles del área central, las plazas y los mercados, parque urbano y el arenal, además de las invasiones y loteos clandestinos.
Los grandes temas urbanos, como el desmantelamiento del espacio público, la privatización de la ciudad, la falta de un plan de movilidad urbana, la densificación de usos informales, la degradación del medioambiente, la improvisación en los proyectos urbanos, por citar algunos, se reconoce el abandono de la otrora tradición planificadora, dejando en la orfandad sus cualidades de defensa del bien común, así como de la integralidad, participación y ciudadanía. Y ahora con el advenimiento de la crisis económica y política que vive el país, estos fenómenos tenderán a agudizarse.

¿Qué puntos de la ciudad considera los más “desordenados” ?, ¿Cómo intervendría es estos lugares o qué acciones recomendaría encarar para solucionar estos inconvenientes?
Producto de la falta de planificación al mediano y largo plazo en materia de movilidad urbana (transporte público), de un plan integral de abastecimiento (mercados), equipamientos urbanos estratégicos, la desregulación formal e informal del marco normativo, convivencia ciudadana alterada y especulación inmobiliaria y el prebendalismo político, nos presenta varios frentes conflictivos: el abandono del centro histórico, el caos de los mercados Los Pozos y la Ramada (a pesar de tener sus réplica con los mismos problemas de base), la invasión de los vendedores ambulantes, entre otros puntos calientes.
El tema de conectividad la ciudad debe ser pensada como parta de un metropolitano, que comience a definir los grandes accesos troncales o circunvalaciones intercontinentales, interconectado con un sistema de transporte público sostenible, que oriente y defina los usos y equipamientos estratégicos, por lo que resulta indispensable un acuerdo de sus principales actores (transportistas y gremiales).
Como parte de la preservación del espacio público, el municipio debe recuperar su presencia institucional a fin de dinamizar el uso y manejo integral de los espacios públicos, en sintonía a que se abran los espacios cerrados como el parque urbano y el Arenal, iniciando un proceso de construcción colectiva que confronte el desprecio e indiferencia que la especulación y ciertos sectores económicos tienen por el bien común.
En paralelo, la estructura medioambiental gravemente afectada por el progreso y el sector inmobiliario debe recuperar la biodiversidad de los distintos cauces naturales (humedales y bosques) del sistema hídrico de la ciudad.
¿Cómo vislumbra el futuro arquitectónico de la ciudad?
El panorama de la arquitectura cruceña, no es diferente al contexto latinoamericano, en cuanto a identidad cultural se refiere, ya que un rápido paneo, se tiene una escenografía fragmentada como denominador común, donde predomina una aparente diversidad de modas y cierta anomia formal. Al parecer, son tres razones para que esto ocurra: una sistemática devaluación del rol de la arquitectura por parte del sector privado y de la administración pública; la retirada gradual del colectivo a sus instancias democráticas; y sobre todo a la imposición de la visión economicista que define su actividad productiva. De ese modo se limitan y reducen sus responsabilidades como hecho cultural al servicio de la sociedad, en un medio donde la opinión de los arquitectos pesa muy poco.
Se advierte la ausencia de una masa crítica, al parecer confundida por entornos funcionales al poder político en sus tres niveles de gobierno, que sea capaz de orientar una necesaria confluencia para que nuestra arquitectura, la ciudad, los barrios, o simplemente los vecinos, cuenten con un plan integral y una visión compartida que sea parte, la conozca y fundamente en lo conceptual, político, económico y social. En ese nuevo escenario, el arquitecto tiene la alternativa de trabajar de manera menos ostentosa y más participativa y probablemente más flexible, en el entendido que la condición contemporánea de un pueblo emprendedor implica reposicionar a la arquitectura como un servicio, que evite derroche de recursos y explore nuevos caminos, en el marco de una sociedad más creativa, solidaria y equitativa.

Y como la esperanza es lo último que se pierde, hay que volver a las raíces sin ser nostálgico. Hay que volver a dar una dimensión humana a la arquitectura y a la ciudad, de cercanía y confianza. No es tiempo que expertos y consultores con jugosos honorarios repitan protocolos de la alta burocracia de organismos internacionales, disfruten del turismo consultorial en banquetes de cinco estrellas con los deberes aparentemente cumplidos (en el imaginario de las redes sociales) y se vayan sin tocar la tierra y el barro, sin ningún tipo de arrepentimiento. No podemos copiar modelos que han sido exitosos en otros lugares y que, para nuestro caso, no lo son. Tenemos que darnos la oportunidad de generar respuestas y alternativas propias. Existe un talento local que no es valorado. Se tiene que responder a los encargos sociales de ricos y pobres de manera colaborativa, responsable, innovadora y original. Unos y otros deben sumarse a esta cruzada de recuperar la ciudad de unos y otros, ahora que se vienen tiempos de crisis.